lunes, 10 de marzo de 2014

Sueños III

El sueño comienza cuando estaba subiendo a una camioneta.
Me senté en el asiento del acompañante del conductor.
La camioneta tenía una gran altura, llegaba a los 3 metros de alto, es por eso que cuando me senté, me sentí importante, como sentado en un trono.
Los otros autos parecían simples manchas desde mi posición.

El conductor, era una persona adulta, su edad rondaba los 50 años. Tenía el pelo negro con un leve indicio de calvicie. De estatura mediana, cuerpo levemente robusto y voz un poco mas gruesa que el promedio de los hombres.

Yo estaba retornando de la casa de mis padres y me dirigía hacia mi propia casa, que se encontraba a pocas calles de distancia. Por supuesto que me dispuse a recorrer esa distancia a pie. Pero estaba persona se ofreció a llevarme.
Mi primera respuesta fue un "NO", por supuesto, alegando que estaba tan cerca, que caminaría. Pero ante la insistencia de la otra persona, es que accedí.

El trayecto era de escasas 4 calles, todas con semaforo. Mi casa se encontraba al finalizar la cuarta calle.
Llegando al tercer semaforo, este se puso en rojo y esperando primero en la fila para arrancar estaba un auto largo y negro, conducido por una chica joven de aproximadamente 25 años que tenía como acompañante a una señora muy mayor, presuntamente su abuela.
Al tener esta gran altura, el conductor de la imponente camioneta no vió al auto negro frenado y lo golpeó de lleno desde atras.
El golpe fue lo suficientemente fuerte como para abollar completamente el baúl del auto negro y para empujar a ese auto varios metros hacia adelante.

Yo, que había visto al auto, le había advertido al conductor que frenara, el cual me escuchó y gracias a eso el impacto no fue mayor. Pero ya desde ese momento, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente. "Y ahora? Qué hago? Me bajo aca y sigo caminando?" Me pregunté esas y otras mil preguntas mas. "Yo quería volver a mi casa caminando. Por qué pasó esto?" Me lamenté.

En una situación similar, el 95% de las personas detienen el motor del automovil e intercambian los datos del seguro, para cada uno poder seguir su camino, aunque mas nerviosos.
Pero el conductor pertenecía al 5% restante que no se detenía y apenas fue el impacto con el otro auto, el semaforo cambió a verde y la camioneta nunca detuvo su marcha.

Avanzando normalmente entre los autos, sin apuros, al conductor se lo veía nervioso, muy nervioso.
El auto negro nos seguía, aunque estaba lejos aún, intentaba hacercarse a nosotros.
Yo ya no podía bajar de la camioneta, estaba atrapado.

"El poder te da seguridad". Dijo el conductor, con su voz un mas gruesa que el promedio.
Diciendo esto, dirigió la camioneta hacia una especie de garage abierto, el cual no tenía entrada, sinó que tenía como unas tiras de algúna tela que hacían las veces de protección.
"Este lugar es mío" dijo, suspirando, evidentemente aliviado.
El conductor siguió avanzando por este extraño garage, un extaño y largo garage..muy largo...
En realidad era una especie de camino o pasadizo que desembocaba en un garage, donde el conductor estacionó.

Nos bajamos del auto y totalmente perdido le pregunté como volver a mi casa.

"Camina 2 cuadras en esa dirección, toma el tren, baja en la segunda estación y de ahí dobla en la calle rotonda y sigue caminando". Dijo y luego desapareció.

El lugar donde me habían abandonado era nada mas y nada menos que un circo.
Pero no era solamente un circo, era una especie de barrio circo.
Calles con malavaristas, payasos enanos caminando, leones con sus domadores. También habían restaurantes, cafés y heladerías. Había mucha gente sentada en mesas fuera de los restaurantes, comiendo, mientras que a sus espaldas un payaso en monociclo circulaba dificilmente por las calles adoquinadas.

Era un lugar muy raro. Tal como existian los barrios chinos, italianos, armenios y de otras colectividades, este era un barrio payaso.

En mi reloj eran las 14:55 y en escasos 5 minutos debía de estar en la oficina para trabajar.
Apurandome para encontrar el tren, cuyas vías atravezaban ese barrio payaso, me encontré con uno de los empleados de la oficina, quien estaba comiendo comodamente en una de las mesas exteriores del restaurante. Este empleado me miró y me dijo: "Termino acá y voy a la oficina". Yo miré mi reloj y ví que faltaban 4 minutos para las 15 hs. El tiempo se hacía cada vez mas corto...Faltando apenas 3 minutos logré encontrar la estación del tren y un minuto despues estaba en marcha. El tiempo se acortaba, 2 minutos...1 minuto. "No voy a llegar a tiempo..." me lamenté. A las 15 horas mi relój sonó con su insistente y molesta alarma.

Cuando lo apagué, me di cuenta que ya me había despertado y la alarma que apagué, fue mi despertador.
"A levantarse o llegaré tarde a la oficina" me dije con el poco entusiasmo matutino...



  


No hay comentarios:

Publicar un comentario