miércoles, 28 de octubre de 2015

Cuento: El fin (parte 15)

Sentado en la cama del cuarto, Leo meditaba.

Se encontraba en el sanatorio mental, en el manicomio, y estaba allí para tratar su problema de desconexión al mundo.

Un trueno retumbó en sus oídos. El agua no había detenido su caída desde el momento en que estaba en la camilla del hospital.

"¿Cuanto tiempo habrá pasado?" Se preguntó.

No podía recordar ni siquiera, la última vez que había dormido o incluso comido algo.
Su mente era un enredo de preguntas sin respuestas.

De pronto, la puerta de la habitación se abrio y una persona con un delantal blanco se acercó a él.

-¿Cómo estás ahora? - Le preguntó con una voz tan amable, que le recordaba a la de su padre.

Leo alzó la vista para responderle, pero debido a a un potente rayo, no le pudo ver la cara.

-Estoy bien, doctor. ¿Cuando puedo volver con mi familia?- Preguntó tembloroso. Tenía miedo a la respuesta.

-...- El médico hizo silencio por unos segundos, hasta que finalmente habló -Has progresado bien y falta muy poco para concluir el tratamiento, sin embargo...-

-¿Sin embargo que, doctor?- Las rodillas de Leo comenzaron a temblar.

El médico suspiró y finalmente dijo.

-Sin embargo, creemos que padeces una enfermedad, la cual aún no podemos explicar su origen ni sus caracteristicas. Es por eso, que vendrá una enfermera a extraer una muestra de su sangre.- Concluyó.

Leo intentó seguir con el cuestionario, aunque, para su sorpresa, el doctor ya se había retirado y frente a él se encontraba la joven enfermera con los elementos necesario para obtener la muestra.


La sangre emanaba de su mano derecha y caía al suelo. Una fria sensación le rodeó. Sentía que la sangre le cubrió la mano por completo, aunque solo era un fino y pequeño hilo...



Con los drenajes tapados por la ropa, el agua invadió las calles. Ninguna casa o comercio estaba a salvo, ni siquiera la casa de Leo y el lugar más importante para el, la heladería.
El agua comenzó a subir por ambos lugares hasta alcanzar unos cuantos centimetros de altura.
Por suerte los equipos eran de gran tamaño y la base estaba distanciada del suelo, lo suficiente para evitar los pocos centimetros de agua presentes.
Por ahora los generadores estaban a salvo, pero si esto continuaba así, nada evitaría que dejaran de funcionar.
Pero, en la casa, la historia era distinta, porque a pesar de que no había nada en peligro por el agua, esta había alcanzado ya la suficiente altura para alcanzar la mano de Leo, la cual colgaba desde el sillón en donde dormía profundamente.

Al sentir la fria sensación, su cara se frunció con una mueca de molestia. Sin embargo, él, aún no estaba dispuesto a despertar.

sábado, 10 de octubre de 2015

Cuento de terror a la inversa

Lucas había salido de su casa en busca de algún sitio abierto para calmar su hambre.
Estaba agitado porque había trabajado durante toda la noche.
Eran las 3 de la mañana y las calles estaban desiertas. No habían autos, no habían peatones, no había nada más que el viento que levantaba la basura tirada.
Lucas estaba sólo, buscando un milagro.

Las luces de los semáforos eran su única compañía en la búsqueda de comida.
Había recorrido un par de calles, sin suerte, cuando de pronto pudo ver delante suyo, a unos 600 metros aproximadamente, a una figura parada al lado de un poste de luz.
Se trataba de la silueta de un hombre, aunque había algo raro en él. Era alto, muy alto, aunque eso no era lo llamativo sino que sus piernas eran demasiadas largas para su cuerpo.

Al verlo, Lucas sonrió. De alguna forma, lo extraño de la situación le alegraba.
Durante ese momento su mirada se encontró con la del hombre, quien lo miraba fijamente.
Lucas bajó la mirada y la volvió a levantar, pero el hombre ya no estaba allí.

Siguiendo su camino, la panza le rugía. Dobló en dirección hacia una avenida, pero no obtuvo suerte.
La calle estaba desierta y ni siquiera un auto circulaba por allí.
Lucas dió unos pasos más cuando de pronto, se frenó. Se quedó estático e inmovi, cuando vió al alto y deforme hombre recostado sobre una pared, mirándolo.
Sangre fria recorrió su cuerpo al volver a cruzar miradas.

"¿Cómo había podido llegar hasta ese lugar tan rápido?" Se preguntó.

Podía sentir que algo no estaba bien y decidió emprender la retirada. El hambre se había alejado y ahora sólo una mala sensación invadía su interior.

Al dar el primer paso hacia atrás, el hombre dió un paso hacia adelante.
Lucas dió otro paso y aquel hombre repitió el movimiento.
Esto se había convertido en un juego y mientras más pasos daba Lucas retrocediendo, más pasos daba el hombre acercandose.




Cien metros, 80, 60, 50. La distancia se acortaba y a escasos 30 metros de separación, pudo ver el rostro del otro. Su cara era extraña, sus ojos eran negros, grandes y se movían para todos lados, su naríz era casi imperceptible y su boca reflejaba una sonrisa muy grande, demasiado grande y anormal para el tamaño de su cara.




Con dos pasos más, aquel ser redujo a cero la distancia y levantando uno de sus cortos brazos acarició el pelo de Lucas, que permanecía inmovil. Luego se agachó para mostrarle a su víctima sus perdidos ojos negros.

Con esto, siempre aseguraba la muerte no física de su víctima, pero en esta oportunidad tuvo la sensación de que algo estaba mal.
Su presa no gritaba y no luchaba por escapar. Nuevamente tuvo la sensación de que algo estaba mal y lo podía sentir.


Lo que no sabía este ser es que Lucas era en realidad uno de los 3 superheroes de la ciudad.
Un joven que dedicaba los días a liquidar impuestos en un estudio contable y las noches a liquidar el mal de la ciudad. Claro, él podía hacerlo gracias a su gran fuerza, velocidad y resistencia adquiridas desde su nacimiento.
Pobre ser, el sólo quería matarlo de un susto, pero le salió todo a la inversa y cuando Lucas lo tomó por una de sus largas y deformes piernas, no tuvo escapatoria y recibió golpe tras golpe hasta que un hilo de liquido espeso color violeta salió de la especie de boca que tenía.

La sonrisa de Lucas se transformó en risa y le gritó al ser que él siempre capturaba ladrones y que deseaba encontrarse con algo distinto, en otras palabras, algo salido de los cuentos de terror que tanto disfrutaba leer.

Finalmente el falso cuerpo humano del ser se rompió, liberando a la horrenda criatura de 4 largas patas, 2 brazos, un torso muy pequeño y unos muy largos y afilados dientes.

Gracias a un pequeño forcejeo, el ser pudo liberarse y corrió lo más rápido que pudo. Sus 4 largas patas le daban una velocidad increible.

Segundos después, el ser frenó y se dió vuelta. La distancia que había puesto entre los dos era considerable y por eso, suspiró aliviado.
Dio unos pasos más y volteó nuevamente. Lucas ya no se encontraba.
La criatura comenzó a caminar apurada. Sus 4 patas le hacian recorrer grandes distancias en poco tiempo.

Por primera vez, sentía miedo.
Rápidamente atravezó varias calles hasta que encontró un callejón oscuro donde esconderse.

Estándo allí, escondido, volvió a suspirar, relajado. Pensó que ya había pasado lo peor, pero de pronto, sintió que alguien le respiraba cerca.
Al darse vuelta, Lucas se encontraba allí, tras el ser, a punto de darle el golpe final.

Pobre criatura, solo quería asustar y matar a sus víctimas.

Nuncá pensó que se convertiría en la víctima de su propio juego...


miércoles, 7 de octubre de 2015

Sueños XX: Los viajes

Parados en la puerta de un centro comercial, en los Estados Unidos, nos dirigimos al subsuelo donde se encontraba un supermercado perteneciente a una cadena multinacional.

El permanente movimiento de personas en el recinto daba la sensación de que el lugar estaba abarrotado de gente, no obstante, decidimos entrar ya que quería encontrar algo que venía buscando desde hacía ya mucho tiempo, un juego de cartas coleccionables.

Yo sabía, que en caso de venderse, el juego de cartas se encontraría en la línea de cajas, sin embargo, desde mi posición no podía verlo.

Finalmente decidí entrar, aunque antes de hacerlo, uno de los 2 amigos con los que había viajado me detuvo.

-No puedes entrar- Dijo.

Al preguntarle el por qué, me señaló unos detectores en la entrada del supermercado y añadió:

-Esos son detectores de almas puras y solo los que posean almas sucias pueden entrar.

Me quedé petrificado por esa declaración y decidí comprobarlo.

Al aproximarme al detector, este comenzó a emitir un pequeño ruido que se hacía más fuerte a medida que avanzaba.

Finalmente mi otro amigo dijo que si quería, podía entrar, pero para eso mi alma se oscurecería para siempre.

Por un momento dudé si el juego de cartas valía la pena y luego de pensarlo brevemente, decidí que sí, lo valía.

El ruido proveniente del detector era muy fuerte, hasta que al atravezarlo, cesó y el detector emitió una luz de color roja, permitiendome el acceso. La luz simbolizaba el fin de mi alma pura.

Una vez dentro, me dirigí a las cajas en donde soñaba con encontrar el tan deseado producto....lamentablemente ya se habían terminado.


Acto seguido regresamos al bus donde un guia nos informó que el resto del viaje se compondría de 4 días con actividades relacionadas a la comida y luego 7 días en un hotel all-inclusive.

Detestaba la idea de las actividades ya que me volví a encontrar solo, pero al finalizar estas, me enteré que en realidad, las actividades consistian en ir a un restaurante distinto cada noche.

Finalmente llegó el turno de la mejor parte, el descanso en el hotel que tenía todo incluido.
La desesperación se produjo al bajar del vehiculo y mostrarnos las habitaciones que eran ocupadas a medida que los integrantes del viaje se peleaban por ocupar cada cama con sus pertenencias.

Habían varias habitaciones, algunas nuevas y otras viejas, pero todas poseían un horno eléctrico.

Por el camino perdí una fuente para horno que contenía un corte de carne condimentado (era el proyecto final del viaje) y la ví en el horno de otra habitación.
Decidí ir a reclamarla luego de haber encontrado una cama en donde dejar mis cosas.

En uno de los pasillos encontréa un viejo amigo a quien no había visto desde hacía tiempo.
Estaba sin remera, intentando hacer funcionar una especie de proyector.
Luego de un enfático abrazo, me comentó que estaba intentando capturar un fantasma.

Mi cara fue de asombro, pero permanecí a su lado mientras que veía cómo mi proyecto final era alejado de mi alcance.
Por un momento me deprimí, pero todo se desvaneció cuando mi amigo logró hacer funcionar el proyector y allí, frente a nuestros ojos, apareció un fantasma.
Se trataba de una muchacha de 20 años aproximadamente, que brillaba con un color blanco y flotaba en el aire.

Su cara reflejaba cortadas profundas, seguramente la causa de su muerte.

Lentamente se nos acercó hasta que la tuve frente mío y gritó.

El gritó era inentendible y muy fuerte, tanto que me despertó...

...era una canción que sonaba en la fm del despertador y me desagradaba mucho. Deberé cambiar la emisora.


martes, 6 de octubre de 2015

Cuento: El fin (parte 14)

A medida de que su vista se oscurecía, una franja de luz aparecía por el otro extremo.

Era la luz del sol que brillaba en lo alto de su desolado mundo.
Por un momento, volvió a su paraiso solitario y fue feliz.
Por solo ese instante, su alma sonrió.

Finalmente abrió los ojos.
Estaba recostado sobre una camilla.
Miró a su alrededor y sus ojos se fijaron sobre el espejo que se encontraba en el techo.
En este, vió a un grupo de médicos agachados en dirección a su cuello.
Sentía una leve molestia en la zona donde le estaban operando, pero nada importante.

Luego, sus ojos se perdieron y se centraton nuevamente cuando escucho la voz de Claudia.

-Leo, mi amor.- Dijo con un tono amable.

Leo conocía bien ese tono. Ella lo usaba cuando le debía dar una mala noticia y en esos momentos él debía permanecer callado.

-¿Qué te está pasando?- Le preguntó mientras que una lágrima se formaba en cada uno de sus ojos.

Leo permaneció inmóvil. Por más que quisiera, las palabras no salían de su boca.

-¿Sabes algo...? - Preguntó su esposa y añadió - Creo que hiciste lo que hiciste por Ana y por mí. Y si realmente hiciste eso por nosotras... - Claudia se sacó las lágrimas de los ojos - ...entonces eres un idiota- Concluyó.

Ella comenzó a caminar alrededor de él, mientras que él la seguía con su mirada.

-Nosotras te necesitamos con vida. A nuestro lado. Y sí, tendrás que pagar por lo que hiciste, pero yo se que no eres malo y logré convencer al juez de eso y es por eso, mi amor, que he logrado un trato.

Leo intento hablar, pero no logró emitir más sonido que un gruñido que su esposa interpretó cómo interés por el trato conseguido.

-He logrado, mi amor, que levanten los cargos y que no te lleven a la carcel, pero a cambio irás a un sanatorio mental para tratar tu desconexión al mundo, durante un año. Si en ese año mejorás, serás dado de alta y trabajarás durante un año en trabajos comunitarios. Todo el dinero recaudado será usado para pagar la internación en el hospital y para indeminizar a las víctimas de tus actos....-

Claudia se frenó, lo miró y sonrió antes de proseguir.

-...Será un año duro, pero si te esfuerzas, saldremos adelante.

Al decir esto, Claudia desapareció de la vista, dejando a Leo sólo con sus pensamientos.
El ruido del agua marcaba el comienzo de la lluvia.

Finalmente una cara de seriedad refloró en su rostro.

"Por ustedes, lo haré". Pensó;


La lluvia comenzó a caer con fuerza  y fue cubriendo las calles, inundandolas poco a poco.
No faltaba mucho para que el agua entrase en la heladería donde los generadores velaban por la comida.
Sin embargo, Leo permanecia dormido y en su rostro no se notaban intenciónes de despertar.