lunes, 21 de diciembre de 2015

HUMOR PENSANTE

Finalmente se adquirió el dominio.

Desde ahora este blog se muda a la nueva página web.

Por el principio este blog se seguirá actualizando con los nuevos cuentos y se mantendrá así hasta que la nueva página esté al 100%.

www.humorpensante.com

martes, 15 de diciembre de 2015

Vives en mis sueños


Atrapada estás.

Allí no hay luz que puedas ver.
No hay luz que te de esperanza.
Allí el túnel es infinito.

No luches.
Ríndete ya.
Escapatoria no tienes.
No deseo dejarte ir.

Vives en mí, pero no eres real.
Eres un recuerdo, un recuerdo que perpetuará.
No luches, pues no lograrás escapar.

Te deseo, pero no en realidad.
Anhelo tu potencial.
Amo el recuerdo que en mí está.

Pues no te deseo a tí. Sino a la memoria de tí.
La realidad es fria pero la memoria no lo es.
Al cerrar los ojos, el calor predomina y desde ese momento ya no lucho.
Por favor, tú no lo hagas.


Atrapada estás. Sin escape en el mundo que gobierno.

Atrapada estás. Vives en mis sueños.


sábado, 5 de diciembre de 2015

Sueños XXIII: Saltos


Dos inmensos palos estaban firmes, cual pilares, en el centro de un patio descubierto.
Se distanciaban unos 20 metros aproximadamente y estaban unidos por en puntas superiores por una tela elástica.
De esta, además, se desprendían varios otros trozos de tela que llegaban hasta el suelo.

Un grupo de 20 personas (yo incluido) se reunió alrededor de los palos y fue allí cuando la clase comenzó.

-Deben aprender a manejar los trozos de tela. Escuchen con cuidado mis palabras- Dijo el instructor, moviendose alrededor de sus alumnos.

-Deben poder controlarlos. Cuando agarren uno de los trozos, comenzarán a subir. La tela se contraerá y ustedes subirán sin control. Deberán impedirlo tomando fuertemente la tela con ambas manos y tirando hacia abajo. Esto hará que la tela deje de elevarse y una vez logrado esto, tendrán pleno control sobre ella.-

Con esto, la clase dió por finalizada y el instructor desapareció.

Fuí uno de los primeros en animarme a tomar el trozo de tela, ante la atenta mirada de los otros.
Al asirlo, comencé a subir rápidamente. Tenía miedo porque el suelo ya quedaba demasiado abajo y la caída, desde cierto punto, ya podía ser letal.

Pero, recordando las palabras dichas, tiré fuertemente de la tela y está se detuvo y comenzó a descender lentamente.
Finalmente había logrado control absoluto de la tela y desde ese momento, todo fue diversión.

La tela me depositó en el suelo y desde allí, di un salto. Tal como si estuviese caminando con poca gravedad, mi empujón fue considerable, capaz de superar a cualquier record de salto en altura.

Poco a poco me fui acostumbrando a la tela, hasta el punto en que ya la consideraba una parte de mi cuerpo, una extensión de mí.

Relajado por tener el dominio, decidí ver lo que estaba pasando a mi alrededor.

Por un lado estaban los otros alumnos de la clase, algunos con absoluto control, como yo, y otros con problemas de altura.
Por el otro estaba el galpón, donde esperaban, impacientes, decenas de otras personas por su oportunidad.

Con el trozo de tela en mano, caminé por el galpón. En la entrada había un grupo de personas vestidas completamente de negro, los así llamados "Darks", escuchando musica de un cantante argentino que nada tenía que ver con su estilo de vestimenta.
Una de estas personas, una chica ciega, me pidió que la lleve hasta el musicalizador para solicitarle otra canción de este popular cantautor.

Dentro del galpón, mi hermano me miraba con ojos brillosos.
Estaba ansioso y casi desesperado por utilizar la tela.
Le pregunté si la quería y practicamente me la arrebató de las manos, pero antes de entregarsela, le expliqué las instrucciones para controlarla.

Me hubiese gustado que me escuchara, ya que al tomarla, tomó mucha altura, cada vez más y más y dentro de poco chocaría contra el techo del galpón.

"PUM"

Un fuerte reuido resonó en todo el lugar cuando la espalda de mi hermano sufrió el impacto y por el golpe, se desprendió de la tela, cayendo sin frenos.

Mi mirada fue de terror, no sabía si sobreviviria a la caida.

"PUM"

Cayó y golpeó al suelo, produciendo un ruido suficientemente fuerte como para despertarme.

Fue un trueno...estaba lloviendo.

Un día más comienza.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Cuento: La resaca griega


Lincoln era uno de esos abuelos felices con su vida. Era querido por grandes y pequeños y siempre tenía una historia para contar.
Vivía en una casa de reposo para gente mayor pero este lugar no era el típico hospedaje sino que se trataba de un establecimiento para "personas especiales", como ellos los llamaban.

"Personas especiales" era un eufemismo, una forma de llamar a los ancianos sin que estos se sientan como tales. Sin embargo, el nombre no estaba alejado de la realidad ya que todos los residentes poseían algo "especial", algo que los hacía dignos de admiración.

Para ser admitidos en la casa de reposo, se debían cumplir con dos condiciones: La primera es que debían de haber alcanzado la edad jubilatoria y la segunda consistía en algo que no se podía obtener tan facilmente.
Debían ser considerados "especiales" por el consejo directivo.

Para esto, el aspirante debía someterse a una entrevista que duraba, en su máxima extensión, todo el día, junto a los miembros más importantes del establecimiento y si era aprobado, debía someterse a una segunda instancia de menor duración, casi inmediata, con los 3 miembros más antigüos del lugar en los que ellos decidian si el aspirante era, ó no, "especial".

Lincoln era uno de estos 3. Aproximandose a los 80 años, estaba solo, sin familia. Sin embargo, siempre contaba con una sonrisa en su rostro y un cuento en su boca.
Sus historias se habían vuelto tan apasionantes que fueron propagadas por toda la ciudad en un abrir y cerrar de ojos, ganandose luego, el cariñoso mote de "abuelo".

Lincoln era frecuentado principalmente por jovenes adolecentes quienes acudían a él esperando escuchar, con ansias, una de las fabulosas historias, que siempre empezaban de la misma forma:

"Esta no es mi mejor historia, pero sucedió así..."

Con el pasar de los días, los meses y los años, se fue generando un gran misterio entre todos los fanaticos del "abuelo", intrigados por conocer su mejor historia.
El misterio fue creciendo hasta tal punto que un miércoles, día en que narraba sus aventuras, fue visitado por casi un centenar de personas, las cuales exigían, con cortesía, que se les contase esa gran anécdota.

Lincoln sonrió fuertemente. Había estado esperando con ansias que alguien se lo pida y ver a tanta gente a su alrededor, hizo que una lágrima cayera sobre su mejilla.

-Acompañenme al gran salón- Pidió y todos obedecieron.

En el gran salón entraron todas las personas, algo juntas y el "abuelo" se sentó delante de todas ellas y comenzó a hablar:

-Esta es mi mejor historia, y sucedió así:

"Habíamos despertado en un altar. La noche anterior la habíamos pasado celebrando la despedida de soltero de mi gran amigo Froli. Sin embargo, este no se encontraba allí. Rápidamente desperté a Toll y a Nio, quienes, por algún motivo que no conocíamos, amanecieron abrazados y ¡desnudos!.

-Toll, Nio, despierten malditos gandules-.

Toll bostezó profundamente, luchando contra esa orden. Pero al ver el cuerpo desnudo de su amigo, pegado al suyo, cambió de ídea y despertó mágicamente.

Nio reaccionó de la misma forma que su amigo al percatarse del rose de pieles.

 -¿Donde estamos?- Preguntó Toll.

-No lo se- Respondí. -Además, no veo a Froli por ningún lado-.

Miramos a nuestro alrededor. Era un paisaje desolado y todo lo que había era el altar donde despertamos.

En este había unas letras grabadas en griego que decían 'Bienvenidos a la Atlantida'...."

El relato del "abuelo" fue interrumpido por una pregunta de los presentes.

-¿Atlantida?- Inquirió.

-Así es- Repsondió el "abuelo" y continuó con su relato:

"Nosotros nos jactabamos de que habíamos conocido todo el mundo, pero habían ciertos lugares que nos eran prohibidos, como donde nos encontrabamos.


-¡TODO ES TÚ CULPA!- Gritó Nio, empujando a Toll con furia. -TÚ Y TU ESTÚPIDO VINO NOS PROVOCARON ESTO!-

Debí interceder y separarlos.

Habíamos tomado mucho vino la noche anterior, traido directamente de la reserva privada de Toll.

Finalmente logré poner orden y emprendimos rumbo a la ciudad que se veía a lo lejos.

-Froli llevaba una corona brillante- Dije y añadí -No nos debería costar mucho encontrarlo-.

Era una de las pocas cosas que recordaba sobre la noche anterior.
Froli la había encontrado en una máquina y le gustó tanto que se la quedó. El problema fue que al ponersela, la corona comenzó a brillar intensamente y fue imposible quitarsela.

Caminando por casi una hora, encontramos un pozo donde pudimos recoger agua.
El pozo era custodiado por 9 mujeres de gran belleza.

Toll se acercó a ellas, pero su olor a vino había sido suficiente para que sea rechazado.

Luego Nio lo intentó. Él tenía un don para las artes, en especial para el arte de la conquista y no sólo una, sino que las nueve cayeron rendidas a sus pies.
Nio les dijo que si tenian una lira, él les tocaría maravillosas canciones y a cambio, ellas le darían agua del pozo y les ayudarían a buscar a su amigo.

La menor de las 9 hermanas, llamada Calíope, fue corriendo a la tienda y extrajo de ella un pequeño instrumento musical y se lo entregó al seductor.

Nio comenzó a tocar y las hermosas mujeres cayeron rendidas a sus pies una vez más. Su don había funcionado.

Luego de preguntarle por nuestro amigo, una de ellas indicó que había visto una luz muy brillante en el centro de la ciudad.

Nos dirigimos hacía allí. Algunas personas nos miraban mal, aunque no podíamos recordar que les habíamos hecho.
Había mucha agua en las calles, aunque no nos pareció que había llovido la noche anterior.

Llegando a la ciudad, pudimos ver una muy brillante luz, no muy lejos de nosotros.
Sabíamos que esa era la corona de Frodi y continuamos nuestro rumbo.
Una vez en destino, notamos que la luz provenía de una alcantarilla.

Nuevamente hice uso de mi gran fuerza y nos adentramos. No eramos de tener miedo.

Al sacar la tapa, decendimos por una escalera subterranea que desembocó en una serie de túneles bajo tierra.
Eventualmente la luz nos guió hasta un enorme lugar, nuestro destino final.

Allí estaba Froli. Atado de pies y cabeza con gruesas cadenas. Imposibles de romper para la mayoría, pero no para mí.
Mi poder de antaño era realmente insuperable y esas cadenas fueron un juego de niños.
Pero de lo que no me había percatado era que Froli no solo estaba atado, sino que sobre él reposaba un artefacto que aprovechaba el brillo de su corona para hacer funcionar un gran sistema mecánico que escupía fragmentos de un metal desconocido para ellos.

Decidí romper las cadenas y salvarlo, pero al hacerlo todo comenzó a temblar.
Salimos rápidamente, cargando a Froli en mi espalda.

En la superficie, el caos había surgido. Los temblores habían destruido gran parte de las casas y el agua comenzó a tomar las calles.

Trozos del metal desconocido habían sido arrastrados.
 
Finalmente habíamos comprendido lo que pasó.
Nuestro amigo había sido raptado para servir de herramienta para la supervivencia del lugar y al sacarlo, causamos su destrucción.

La corona producía el metal desconocido que era usado como barrera para contener al agua que ahora inundaba las calles.

Sin poder impdedirlo, al final se hundió. Su reino, la joya de mi tío se perdió en el basto cuerpo del titán, en el océano hoy conocido cómo Atlántico...."

El "abuelo" hizo una pausa que fue aprovechada por uno de los presentes.

-¿¡Acaso dices que fuiste tú quien hundió la Atlantida!?- Preguntó riendo.

Dudando en cómo responder, optó simplemente con asentir con la cabeza señalando hacía un pequeño atríl donde estaba apoyada una fotografía.

La ímagen fue pasando mano por mano y todos pudieron ver al "abuelo" en su juventud, junto a sus 3 amigos, posando alegremente frente a una estatua del gran Poseidón sosteniendo en sus manos un metal brilloso, un oricalco.

-Así es...Fuimos nosotros- Respondió.

Los rumores comenzaron a fluir hasta que uno se animó a preguntar, aunque titubeando.

-Entonces...¿tú eres un...un dios? ¿Eres Her...?- El inquisidor tragó saliba.

El "abuelo" suspiro largamente. Fue un suspiro de alivio.

-Así es, queridos amigos. Y ahora, por fin, nos despedimos-.

Una fuerte luz blanca iluminó el gran salón, cegando temporalmente a todos los presentes. Y al recobrar la vista, descubrieron que el narrador, el anciano, el dios, ya no se encontraba allí.

Es más, se encontraron solos en todo el recinto.

Finalmente los dioses pudieron descansar.




martes, 17 de noviembre de 2015

El fin (parte 17)

La tormenta no cesaba y el agua aumentaba su volumen. Sin embargo, Leo no despertaba, ni siquiera con los potentes rayos y truenos del cielo.
De continuar así, todo lo que había logrado hasta este momento, se perdería.

Pero algo estaba distinto en él. Su rostro ya no denotaba frialdad, ya no estaba rígido y sus ojos temblaban levemente, indecisos si debían, o no, despertar.

Dentro de su cabeza, los sueños continuaban y lo pusieron de pié, en la puerta del sañatorio mental.
Un médico se acercó a estrechar su mano y felicitarlo.

-Finalmente lo hemos curado- Dijo, dandole una palmada en el hombro.

Leo lo miró, extrañado por la situación.

-¿Curado? ¿Cuanto tiempo permanecí aquí?- Preguntó - No lo puedo recordar.

El médico colocó sus manos en el delantal blanco que llevaba y suspiró.

-Has permanecido...- Dijo e hizo una pausa. -...el tiempo suficiente- Respondió alividado.

Leo intentó indagar más en el tema, pero no pudo. Nuevamente se encontraba sólo.
Tomó la maleta que se encontraba a su lado y se marchó de la institución.
Frente a él se encontraba una parada de autobus y a pocos metros de distancia, el mismisimo transporte estaba arribando a destino. Debía abordarlo si quería regresar a su casa.

La tormenta eléctrica crecía y los rayos que caían eran cada vez más grandes y estruendosos, pero nada fue cómo aquel último.
El cielo se iluminó por completo, en toda su extensión. Demasiado grueso, ignoraba por completo los pararrayos superiores y continuaba su marcha. Tomó rumbo directo hacia la casa de Leo.

El autobus estaba casi vacío. Escasas personas se encontraban en él.
Se dirigió al fondo del vehículo y se sentó al lado de la ventana.
Su vida en el hospitál quedaba cada vez más lejos a medida que el camino se interponía en el medio.
La carretera se encontraba vacía, salvo por un camión a lo lejos que iba en el otro carril con dirección hacia ellos.
Sim embargo, algo le sucedió a su conductor y se cambió de vía. Leo comenzó a gritar. Le gritó al conductor y le gritó a los pasajeros. Ninguno se había percatado que el accidente era inminente.
Intentó pasarse, pero no pudo.
Sus piernas no le obedecían y sus gritos no eran escuchados.
Iban a chocar y eso podría ser fatal para él.

Leo cerró los ojos, esperando lo peor... El estruendo producido fue verdaderamente muy fuerte.

Finalmente despertó.
Abrió los ojos, pero algo le estorbaba la vista.
Era una hoja que, al apartarla, vió que tenía algo escrito.
Leo la miró y comenzó a llorar. La hoja tenía muchos dibujos y una frase escrita en el medio:

"Tienes que despertar".

Era lo que estuvo soñando todo este tiempo.
Su familia aún lo ayudaba y eso quería decir que todavia había esperanza de encontrarlos.
Ellas estaban, cerca o lejos y se prometió a si mismo que las encontraría.

Finalmente se levantó del sillón y contempló el caudal de agua que se había formado.
Su corazón bombeó sangre fría al cruzarle por la mente lo que habría pasado con sus alimentos.

Rápidamente cruzó la calle. La temperatura habia descendido bruscamente pero no le importó.
Caminar fue más dificil que de costumbre y llegar hasta la heladería demoró bastante más que lo usual, pero lo logró.

El agua había subido.
Demasiado tarde para sacarla, Leo quedó inmóvil mirando como su creación era tragada poco a poco.
Su futuro, su supervivencia, su vida estaba siendo definida en ese momento.

 CONTINUARÁ...

jueves, 12 de noviembre de 2015

Sueños XXII: El crucero

Era el capitán del crucero y debía cumplir con muchas obligaciones antes dedesembarcar.
Sin embargo, fui ordenado a trasladar equipaje a la bodega especial.
De nada sirvieron mis reclamos y reproches. De nada sirvió que le grite a la mujer que me ordenó semejante tarea que yo era el capitán y eso es trabajo para los ayudantes.
De nada sirvió y la mujer solo hizo oídos sordos, aunque cuando me callé, ella hablo:

-Estos son los pasajeros más importantes, son 6 en total y entre todos costearon la mayoría de los gastos del viaje. Es por eso que deben ser tratados por alquien importante, por el capitán en persona, por tí.-

Con esas palabras terminó la discución y comenzó la búsqueda. Debía encontrar a los 6 pasajeros distribuidos en las 6 grandes camarotes y solicitarles su equipaje para comenzar con el desembarque. 

El ascensor me llevó al sexto piso, donde me recibió una mujer de unos 40 años que muy amablemente me facilitó el equipaje. Estaba contento porque fue realmente facil.
Luego fui al quinto piso donde me informaron que el dueño de la suite se encontraba en el casino.
Lo encontré tirando los dados en la mesa y le solicité el equipaje.
Me dijo que solo llevaba una maleta con él y señalando a una vieja valija a un costado suyo, me hizo señas para que la tome.
El ascensor me dejó en el cuarto piso, un lugar muy tranquilo. Llamé a la puerta de la suite y fui recibido por una hermosa y joven mujer de no más de 30 años, con el pelo rubio y un cuerpo para envidiar.
Amablemente me ofreció su equipaje y con un silbido, un perro apareció cargando las maletas.

Curiosamente, nada me sorprendía.
Luego me dirigí al primer piso, donde un hombre que apestaba a cigarrillo me brindó las valijas de cuero las cuales pensé que cada una costaría más que su salario.
En el tercer piso había un astrónomo que no quería desprenderse de su equipo. Sin discuciones me fui y lo dejé mirando "las estrellas".

Por último quedaba el segundo piso y fue adrede. Sabía que la suite del piso 2 era mala y que cualquier ocupante estaría muy molesto con ella. Por eso quería evitarla a toda costa.
Salí al exterior a tomar un poco de aire para luego volver y terminar con esta absurda tarea que me habían impuesto.

El del segundo piso fue el más dificil, ya que al abrir la puerta me encontré con que en realidad estaba en ¡una lavandería!. La suite del piso 2 era por lejos el peor de los camarotes de lujo y eso generó tanta molestía que su ocupante decidió convertirlo en un lugar de limpieza para la ropa de los pasajeros.

Lamentablemente no lo pude encontrar y dí por concluida mi misión secundaria.



Desembarcamos en una ciudad conocida e inmediatamente me dirigí a su centro y comer algo.
El lugar era sumamente conocido y se trataba de una heladería que además vendían comida.

Tomé un sandwich y me fui a sentarme en las mesas exteriores a mirar a la gente "llevar" su vida, cuando de pronto aparecieron de la nada unos amigos que venian de jugar al fútbol.

-No te invitamos porque tenías que trabajar- Me dijeron y por dentro maldije todo el tiempo que paso trabajando.

Terminé mi comida y me dirigí nuevamente al barco cuando fuí detenido por dos sujetos que comenzaron a gritar.
No podía entender lo que decían y parece que eso los enfurecía más y aumentaba el volúmen de sus voces hasta tal punto que me despertó...

...eran albañiles trabajando en el techo de la casa vecina. En fin, de nuevo a trabajar.

martes, 10 de noviembre de 2015

Sueños XXI: Fútbol Americano

La patada inicial dió comienzo al encuentro.
En un equipo estabamos nosotros, amigos de toda la vida, y en el otro, rivales desconocidos.

El estadio era un poco diferente al habitual. En lugar de un recinto, nos encontrabamos en un espacio abierto, parecido a la selva, con arboles a los costados y en lugar de los palos de anotación, había un arco al estilo del clasico fútbol.

El partido comenzó, más yo no conocía muy bien las reglas. Sabía que el balón se pasaba hacia atrás y que se le podía pegar con el pié si se quería lanzarlo hacia adelante.

Durante los primeros minutos me dediqué a correr y patear el balón hacia adelante.
Lamentablemente mi estrategía para anotar no surtió efecto y por el contrario, nos convirtieron varios goles.

En ese momento decidí ir a defender la portería y fui realmente muy efectivo.
Los disparos llegaban con fuerza, pero los atajaba sin muchos problemas. Era bastante bueno.
También continué mi estrategia de patear el balón, ya que, como o podía pasarlo hacia atrás, intentaba dejarlo lo más cerca de la portería rival.

Después de varios intentos de gol fallidos, concluyó el primer tiempo y cambiamos de estadio para la segunda mitad.
El nuevo estadio era aún más salvaje que el anterior. Los árboles ya no se encontraban a un costado, sino que estaban repartido por todo el estadio.
Animales también recorrian el suelo.

El partido continuó con normalidad hasta que derrepente algo ocurrió.

Un cisne había caído de su vuelo. Ruidos de dolor emanaban de este mientras que movía su largo cuello de forma desesperada.
Finalmente el atacante se dejó mostrar. Se trataba de una serpiente, bastante colorida, aferrada a un sector del cuello de su presa.
Los gritos del ave eran desesperantes.

-¿¡Qué pasa!?- Pregunté a uno de mis compañeros de equipo.

-Estamos en la selva y hay muchos animales peligrosos- Respondió con total calma.

Luego levanté la vista y pude ver a varios animales más, todos observándonos.
En ese momento dí por concluido el partido e intenté irme de allí lo más rápido posible, pero los gritos de dolor del cisne me paralizaron.
Cada vez se hacían más y más fuertes.

Mis oídos ya no aguantaban tanto ruido...y me terminaron despertando.

En la radio sonaba una ópera y en el cielo, el agua caía a borbotones.

Un día más va a comenzar.