sábado, 1 de agosto de 2015

Sueños XVIII: El rejunte

La pista era de por sí, extraña.
Habíamos llegado con el tiempo justo y las azafatas nos indicaron que nos sentemos rápidamente y que abrochemos nuestros cinturones.
Apenas nos dió el tiempo para hacerlo cuando el avión comenzó su marcha.
La pista era de por sí, extraña. Esta atravezaba una calle peatonal muy transitada, más, siendo un soleado día de sábado.
Había mucha gente caminando alrededor del gran avión, pero estaban relajados, como si la presencia de semejante maquinaria no les inmutase. Y es que ya estaban acostumbrados a esa situación.
El avión debía ir esquivando a la gente, a todos los grupos que se encontraban caminando alegremente en el lugar.
Con gran habilidad, el piloto sorteaba a a las personas. Primero a un grupo de 10 parejas que caminaban en fila, luego a otro grupo similar que se encontraban sentados, disfrutando de un pícnic y finalmente a un grupo de jovenes en patineta.
Finalmente, luego de casi 10 minutos según dijo una azafata, el camino se encontraba despejado y era tiempo de emprender el vuelo, pero fue imposible ya que de la nada surgieron un grupo de ciclistas.
Eran muchos para esquivar y el piloto demostró su furia por el altavoz del avión. Entonces decidió doblar y despegar directamente.
Las turbinas fueron encendidas y el avión remontó vuelo pasando entre dos estructuras de hormigón.
La temeraria maniobra resultó exítosa y el cielo despejado fue un alivio para todos.

- o -

Estabamos dentro de un cuarto muy grande y vacío, parecido a un hangar, dentro del avión. Mi novia y yo lo estabamos investigando cuando notamos una presencia cercana. Decidimos activar el camuflaje óptico para pasar desapercibidos.
Cuando lo hicimos, el lugar que antes estaba vacío, ahora estaba lleno una sustancia muy extraña. Parecía agua, parecía que el lugar se había convertido en una gran piscina, pero en realidad era el aire que había cambiado.
Nos separamos y cada uno se fue "nadando" hacia otra punta del lugar, cuando vimos a quien nos perseguía.
Era una mujer con pelo negro, desnuda. Era humana de la cintura para arriba, pero de esta para abajo, era un pez.
Este ser comenzó a seguir mi rastro. A pesar de que no me podía ver, si podía sentir las vibraciones que mis movimientos hacían.

Mientras que mi novia se relajaba -y reía- en un rincón, yo era perseguido por la media mujer.
Escaparme al principio era muy facil, pero poco a poco me fue alcanzando hasta el punto en el que me acorraló.
Lejos de preocuparme, estaba riendo. Le había plantado un señuelo, una copia de mí mismo.
El ser lo agarró, mientras que yo me escapa tranquilamente.

- o -

El avión aterrizó en Londres, donde sentados en un bar, estabamos tomando un café.
De pronto se acercó una de las camareras y me ofreció probar uno de los nuesvos gustos de helados que ellos mismos fabricaban.
Antes de tomarlo, me advirtió que se trataba de sabores particulares que no se encontrarían en otros lugares.
Acepté el ofrecimiento y me dirigí hacia donde se encontraba el exhibidor. En él habían 6 potes con helado, cada uno con un color muy llamativo. Había rosa, rojo, naranja, negro, azul y violeta.
Decidí tomar el negro porque parecía el más misterioso, aunque lo devolví apenas me dijeron su sabor- wasabi.

Salí del lugar y me dirigí hacia mi oficina. A pesar de todo, este era un día laborable.
Ya en ella, comencé a escuchar una música muy fuerte. Subí del sótano y pregunte a que se debía semejante ruido y la respuesta fue: "es la reunión anual de policias".
Efectivamente, tras la puerta, se encontraban decenas de uniformados, tomando café y escuchando música.
Salí a echar un vistazo y a buscar la fuente de semejante ruido.
Luego de atravezar varios policias, encontré al aparato de mi desdicha.

Apoyé mi mano sobre él y...había apagado a mi despertador.

Un día más comienza.

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