jueves, 13 de agosto de 2015

Cuento: El fin (parte 5)

El extremo de una soga atrapaba su cuello.
El otro extremo estaba atado a la rama de un árbol.
Debajo de él había una silla, la cual impedía que cayera y su cuello se quebrara.
Había decdido dar por terminada su vida.


Pero llegado el momento, no se animó a soltar la silla y desatando la soga de su cuello, se detuvo a pensar que hacer.

A pesar de no ser una persona religiosa, no se lo ocurrió otro lugar más que la iglesia. Iría a rezar.

La iglesia se encontraba, cómo en muchos otros pueblos, en el centro de la ciudad, situada frente a la plaza principal y al costado del ayuntamiento.

Al entrar, se dirigió hacia el centro, a la primera fila de asientos. Estaba vacía, por supuesto.

El silencio era tan intimidante que Leo no se pudo concentrar en su objetivo y prefirió recorrer aquel extraño lugar, para él. Pocos pasos duró su reocrrida cuando algo le llamó la atención.
Un celular yacía sobre un almohadon rojo encima de un atríl.

El mismo se encontraba conectado a un cargador externo, seguramente para que su batería resista.

"¿De qué me sirve un celular ahora?" Pensó.

Pero había algo curioso en el teléfono. Le resultaba muy familiar.
A pesar de que muchos modelos eran similares, al darle la vuelta vió una calcomanía de pony.
Auntamticamente un recuerdo de su hija le vino a la cabeza, un recuerdo de hace no mucho tiempo atrás en que ella deseaba montar a caballo y su fascinación por el animal era tan grande, que incluso les obligó a sus padres a pegar estás imágenes en sus teléfonos.

No cabía ninguna duda. Ese celular era el de Claudia, su esposa.

Revisando un poco más el movil, encontró varias fotos de Ana, jugando felizmente.
Durante unos minutos, Leo se quedó estático, mirando una foto de su pequeña y de su esposa.
Ambas estaban sonriendo y detrás de ellas había un muñeco de nieve a semi hacer.

Lo recordaba bien ese día. Fue un 20 de Diciembre en el que, debido a la cantidad de nieve que cayó, no pudo ir a trabajar y se quedó en su casa, jugando afuera con su familia.
Una sonrisa se dibujó en su cara mientras que buscaba y veía otros videos.

Dentro de las carpetas del celular, encontró una que decía "No abrir".
Esto solo generó más curiosidad en él y al acceder a esa carpeta, habían otros 4 videos.

Al verlos, Leo soltó el celular, el cual cayó duramente al suelo y desde ese momento, dejó de funcionar.
Los videos no daban lugar a dudas, su esposa lo había estado engañando y no había borrado las filmaciones.

Al agarcharse para levantar las partes del teléfono, encontró un sobre que decía "Leo Moss"

-¡Ese es mi nombre!- Exclamó mientras que sacaba la hoja de papel contenida en el sobre.

La nota decía:

"Leo, mi amor:

Tal vez despiertes, tal vez no. Rezo para que sí lo hagas.
Nuestro fin está cerca. El sacerdote nos advirtió y nos hemos refugiado en la iglesia.
Hemos realizado un sorteo y tú, mi amor, has sido elegido.
El sacerdote realizó el ritual en nuestra cama.
Rezo para que funcione.

Las nubes están llegando. Es hora de ocultarnos en el gran salón.

Confiamos en que todo funcionará y algún día encuentres esta nota.
Nunca olvides que tu hija y tu mujer te aman."


Ahora ya lo sabía todo.
Estaba solo en el mundo y por más que en otra realidad se hubiese divorciado, ahora ya nada importaba.
Su hija, su esposa, su familia, todo había desaparecido y desde ahora, el se dedicaría a comenzar todo de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario