sábado, 14 de febrero de 2015

Cuento: La mas bella y triste historia de amor (parte 8)


Por primera vez en mucho tiempo Isabel sonrió. No solo sinrió, sino que sus pies se movieron al compás de una musica inexistente.
Los musculos de la boca habían perdido su fuerza y se quejaban ante el exahustivo ejercicio al que fueron impuestos tan repentinamente.

Pero para el alivio de estos, pocos minutos duró la felicidad de Isabel al escuchar el fuerte golpe dado a la puerta principal...Claudio había regresado, seguramente retornó apresurado al ser avisado por uno de los vigilantes.

Isabel tenía poco tiempo, debía destruir la pequeña nota de Marcus y aparentar que aún no había leido la carta.

Los pasos se hacían cada vez mas cercanos hasta que llegaron a la puerta de la bodega que se abrió de un fuerte golpe.


"¿DONDE ESTÁ?" Preguntó enfurecido.

"No se a que te refieres, esposo." Respondió Isabel en voz baja.

Esta respuesta solo logró que Claudio golpee a su mujer con la palma abierta de la mano derecha.
El golpe derribó a Isabel y el sobre de Esteban se escapó de su escondite.

"¿A si que no sabías a que me refería? ¡ A ESTO ME REFERIA ! Maldita estúpida"

Isabel quedó tendida en el suelo mientras que Claudio abrió la carta y comenzó a leerla en voz alta.

"Isabel, mi amor. No se que será de mi en esta pirisón. Te extraño cada día más y solo tu recuerdo me permite permanecer con vida. Ojalá fuese seguro que me vengas a visitar..."

Claudio leía parrafos altrenados de la carta.

"Tengo miedo de Esteban, el piensa que yo destruí a su familia y puede ser que tenga razón. Temo ahora por mi propia vida..."

Claudio seguía alternando los parrafos, ahora con una leve sonrisa en su boca.

"Se que estáis con mi gran amigo Claudio. Doy gracias a dios por tener a alguien como el en nuestras vidas, a alguien que haga que nuestro encuentro sea mas profundo. Se que el os cuidará y dará todo lo que necesiteis hasta el momento de nuestro reencuentro. Permanece con el mi amor, que pronto volveremos".

Claudio se retiró riendo. Con la carta en la mano, decidió dejar sola a Isabel y continuar con los preparativos.

Con el paso del tiempo, Claudio ya no se percataba del estado de animo ni de la cara de Isabel, lo cual resultó en una enorme ventaja a su favor en este momento ya que no podía borrar completamente la sonrisa de su rostro.



Cluadio estaba contento. Sin embargo, había algo que le desconcertaba.

"¿Por qué Esteban le entregó la carta a Isabel?" Preguntó en voz alta, aunque estaba caminando solo.
"¿Por qué le daría una carta que fue escrita por quien odiaba?. Algo no está bien."

Claudio continuó su camino hacia el salón donde se llevaría a cabo el homenaje al gran molino.
La ceremonia estaba a punto de comenzar.

El gran salón estaba lleno. Parecia que toda la gente del pueblo había concurrido. Claro, a excepción de los guardias de Isabel, de Esteban, Guillermo y todos los reclusos.
En el fondo del salón, estaba el escenario, donde Damián esperaba impaciente la llegada de Claudio para dar comienzo con su discurso.

 Al verlo entrar por la puerta, Damián comenzó a hablar. Sin embargo la mente de Claudio seguía pensando en por qué Esteban le llevó la nota a Isabel.
Pero esa no era la unica duda que bailaba en su cabeza. Claudio se preguntaba por qué tardó tanto en matar a Marcus y por qué se entregó la nota este día.

Las dudas siguieron molestandolo, hasta que mirando a todo el público presente una ídea vino a su mente.

"¡MALDICIÓN!."

Claudio por fín comprendió lo que estaba sucediendo. Isabel sería separada de sus brazos esta noche, a menos que el lo impida.
Damián había terminado su discurso y mientras que la gente tomaba turno para hablar, decidió seguir a Claudio.

A paso muy acelerado, Claudio se apresuró a su casa.

Sus piernas se estaban agotando cuando llegó y sin tomar aliento exclamó:

"MALDITO BASTARDO"

El grito de Claudio llamó la atención de Marcus mientras este entraba en la casa. Por un instante sus miradas se cruzaron.

Por fin los viejos amigos se reencontraron y solo la muerte los volvería a separar.

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