viernes, 23 de enero de 2015

Cuento: Las mas bella y triste historia de amor (parte 4)



"Levántate" Dijo el comisario.

Marcus se despertó de pronto y vió al guardacarceles de pie, frente a el.

"Sigueme"

Esteban ayudó a su amigo a incorporarse. Marcus estaba fisicamente cansado y desde hace varios días que la comida que recibía era escasa.

Comisario y recluso caminaron hasta la oficina del primero, el cual se paró frente a la ventana y tomó una larga bocanada de aire:

"¿Vais a decirme por que has destruido el molino o te lo deberé sacar por la fuerza?"

"Ya os he dicho que no lo he hecho, ¿cuando vais a entenderme?"

"CONFIESA".

"Escúchame, Guillermo. Mi única y verdadera intención fue ayudar al pueblo. ¿Acaso no comprendes que no he sido yo? ¿Qué debo hacer para probar mi inocencia? He perdido todo..." Por primera vez en mucho tiempo, lagrimas cayeron de los ojos de Marcus. "Isabel...He perdido a mi amada Isabel".

El comisario miró por la ventana, miraba a la gente.

"No soy tonto, Guillermo. Se que la comida está escaseando y que me habeis dado de tu propia ración para que yo coma. ¿Por qué lo habeis hecho?"

Guillermo dió un último vistazo al exterior y se dirigió lentamente hacia donde estaba el reo.

"Es usted muy listo alcalde. Es cierto, falta comida y yo he compartido la mía con usted porque a pesar de todo, usted es un hombre de bien y yo le creo".

"Entonces ¡ libérame ! " Replicó Marcus.

"No...no puedo, no sin una orden por escrita del nuevo alcalde" Respondió el comisario.

"¿Nuevo alcalde?". Fue en ese entonces que Marcus se percató de que había pasado ya mucho tiempo desde que había sido encerrado. "¿De quién se trata?"

"La voz del pueblo..."

"¿Damián?" Preguntó el anterior alcalde con un tono de sorpresa.

Damián era "la voz del pueblo", era el representante de todos los ciudadanos y era quien se encargaba de transmitir los mandatos de alcalde y de transmitirle a este, los requerimientos del pueblo. Poco a poco fue adquiriendo mucha importancia en el pueblo, que se terminó convirtiendo en poder sobre este.

Aunque con la llegada del molino, el pueblo estaba calmo, feliz y sin reclamos y eso a Damián no le convenía y poco a poco fue perdiendo su gran influencia hasta convertirse en un simple "asesor".


"Por favor Guillermo, dejame verle y hablar con el". Pidió Marcus.

"Lo siento, pero no puedo. Tengo ordenes de que tu no podeís abandonar esta prisión hasta que hayas pasado al otro mundo".

"Ya veo..." se dijo Marcus. "Cuentame entonces como están las cosas allá fuera".

"Hmm..." El comisario reflexionó un momento, antes de hablar. "De mal en peor. Desde aquel fatídico día de la caída del molino, hace ya 4 meses, que todo comenzó a decaer. La gente automaticamente perdió su fe y día a día fueron consumiendo sus ahorros. Comenzó la delincuencia y los asesinatos. A raíz de esto, Damián comenzó a tener poder y se autoproclamó Alcalde. Entre sus primeras medidas fue la creación de ayudantes del comisario y creación de nuevas celdas. Se reabrieron todas las celdas cerradas por usted y se innaguraron varias mas, todas ahora alborotadas."

Guillermo se acomodó el cuello de la camisa y prosiguió:

"Poco a poco la comida comenzó a escasear. El pueblo se estaba convirtiendo en pobre, salvo por el flamante alcalde quien se convertía mas rico cada día a día..."

"Mi esposa, Isabel, ¿está viva?" Preguntó Marcus interrumpiendo al comisario.

"Si, se encuentra sana y salva en la casa del señor Claudio"

"Gracias a dios". Marcus agradeció profundamente a su amigo por cuidar a su amada. "¿Acaso sabes por qué no me ha visitado?"

"Si, lo se." Dijo Guillermo, sentandose en una silla. "Al principio ella no se animó por miedo y cuando Damián tomó el poder, prohibió cualquier visita hacia tu persona bajo pena de muerte. El pueblo es un caos y ya no puedo aguantarlo mucho mas".

El comisario se levantó y dirigiendole una mirada a su compañero se dió a entender de que este encuentro había concluido.

Marcus había comprendido. Se levantó y caminó despacio hacia su celda. Tenía mucho en lo que pensar.


"Prometo ayudarte, si tu me ayudas" Le dijo en voz baja a Guillermo quien asintió con un leve movimiento de la cabeza.




En la cabeza de Marcus daba vueltas y vueltas la ímagen de Damián.
"(¿Acaso fue el)?" Era la pregunta que invadía todos y cada uno de sus pensamientos.

 Marcus entró en la celda y se sentó en la cama. Su compañero de celda se encontraba durmiendo.

"Esteban, despierta. Tengo un plan".

 




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