Mi estimado:
Nos conocemos desde hace mucho.
Vos eras muy pequeño cuando te vi por
primera vez.
Te acordás el miedo que tenías al
tocarme?
Te acordás que pensaste que no eras
merecedor de mi?
Recuerdo que la primera vez que nos
vimos te hice muy feliz.
Nunca voy a olvidar tu cara llena de alegría.
Lamentablemente después de la
felicidad viene el dolor.
Nos separamos. Te cambié por otro, lo
admito. Vos eras feliz y ya no me necesitabas..
Un mes después nos volvimos a
encontrar.
Me dijiste que habías luchado durante todos estos días por
tenerme de nuevo.
Fuimos muy felices, pero algo era
distinto y no pude hacerte tan feliz como la primera vez.
Estaba mal y me tuve que marchar
nuevamente...
Mes a mes vos luchabas por mi, por
tenerme.
Mes a mes, al tenerme tu sonrisa
desaparecía.
Mes a mes tu felicidad aumentaba, y la
mía disminuía.
Cada vez que nos veíamos te hacía
menos y menos feliz...
Pasaron unos años y hoy seguís
luchando por mí como aquel primer día.
Pero luchas solo por tenerme, no porque
confias que te haga feliz.
Lo cierto es que hoy ya no soy lo que
era antes.
Por eso decidí escribirte esta carta.
Gracias por tu esfuerzo.
Gracias por luchar por mi y que quieras
tenerme siempre.
Entendeme, no es culpa mía no poder
hacerte feliz como antes.
Otros me quieren al igual que vos y mi
valor depende de ellos.
Aunque cada día menos, siempre tuyo.
El billete de 100 pesos.
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