sábado, 10 de octubre de 2015

Cuento de terror a la inversa

Lucas había salido de su casa en busca de algún sitio abierto para calmar su hambre.
Estaba agitado porque había trabajado durante toda la noche.
Eran las 3 de la mañana y las calles estaban desiertas. No habían autos, no habían peatones, no había nada más que el viento que levantaba la basura tirada.
Lucas estaba sólo, buscando un milagro.

Las luces de los semáforos eran su única compañía en la búsqueda de comida.
Había recorrido un par de calles, sin suerte, cuando de pronto pudo ver delante suyo, a unos 600 metros aproximadamente, a una figura parada al lado de un poste de luz.
Se trataba de la silueta de un hombre, aunque había algo raro en él. Era alto, muy alto, aunque eso no era lo llamativo sino que sus piernas eran demasiadas largas para su cuerpo.

Al verlo, Lucas sonrió. De alguna forma, lo extraño de la situación le alegraba.
Durante ese momento su mirada se encontró con la del hombre, quien lo miraba fijamente.
Lucas bajó la mirada y la volvió a levantar, pero el hombre ya no estaba allí.

Siguiendo su camino, la panza le rugía. Dobló en dirección hacia una avenida, pero no obtuvo suerte.
La calle estaba desierta y ni siquiera un auto circulaba por allí.
Lucas dió unos pasos más cuando de pronto, se frenó. Se quedó estático e inmovi, cuando vió al alto y deforme hombre recostado sobre una pared, mirándolo.
Sangre fria recorrió su cuerpo al volver a cruzar miradas.

"¿Cómo había podido llegar hasta ese lugar tan rápido?" Se preguntó.

Podía sentir que algo no estaba bien y decidió emprender la retirada. El hambre se había alejado y ahora sólo una mala sensación invadía su interior.

Al dar el primer paso hacia atrás, el hombre dió un paso hacia adelante.
Lucas dió otro paso y aquel hombre repitió el movimiento.
Esto se había convertido en un juego y mientras más pasos daba Lucas retrocediendo, más pasos daba el hombre acercandose.




Cien metros, 80, 60, 50. La distancia se acortaba y a escasos 30 metros de separación, pudo ver el rostro del otro. Su cara era extraña, sus ojos eran negros, grandes y se movían para todos lados, su naríz era casi imperceptible y su boca reflejaba una sonrisa muy grande, demasiado grande y anormal para el tamaño de su cara.




Con dos pasos más, aquel ser redujo a cero la distancia y levantando uno de sus cortos brazos acarició el pelo de Lucas, que permanecía inmovil. Luego se agachó para mostrarle a su víctima sus perdidos ojos negros.

Con esto, siempre aseguraba la muerte no física de su víctima, pero en esta oportunidad tuvo la sensación de que algo estaba mal.
Su presa no gritaba y no luchaba por escapar. Nuevamente tuvo la sensación de que algo estaba mal y lo podía sentir.


Lo que no sabía este ser es que Lucas era en realidad uno de los 3 superheroes de la ciudad.
Un joven que dedicaba los días a liquidar impuestos en un estudio contable y las noches a liquidar el mal de la ciudad. Claro, él podía hacerlo gracias a su gran fuerza, velocidad y resistencia adquiridas desde su nacimiento.
Pobre ser, el sólo quería matarlo de un susto, pero le salió todo a la inversa y cuando Lucas lo tomó por una de sus largas y deformes piernas, no tuvo escapatoria y recibió golpe tras golpe hasta que un hilo de liquido espeso color violeta salió de la especie de boca que tenía.

La sonrisa de Lucas se transformó en risa y le gritó al ser que él siempre capturaba ladrones y que deseaba encontrarse con algo distinto, en otras palabras, algo salido de los cuentos de terror que tanto disfrutaba leer.

Finalmente el falso cuerpo humano del ser se rompió, liberando a la horrenda criatura de 4 largas patas, 2 brazos, un torso muy pequeño y unos muy largos y afilados dientes.

Gracias a un pequeño forcejeo, el ser pudo liberarse y corrió lo más rápido que pudo. Sus 4 largas patas le daban una velocidad increible.

Segundos después, el ser frenó y se dió vuelta. La distancia que había puesto entre los dos era considerable y por eso, suspiró aliviado.
Dio unos pasos más y volteó nuevamente. Lucas ya no se encontraba.
La criatura comenzó a caminar apurada. Sus 4 patas le hacian recorrer grandes distancias en poco tiempo.

Por primera vez, sentía miedo.
Rápidamente atravezó varias calles hasta que encontró un callejón oscuro donde esconderse.

Estándo allí, escondido, volvió a suspirar, relajado. Pensó que ya había pasado lo peor, pero de pronto, sintió que alguien le respiraba cerca.
Al darse vuelta, Lucas se encontraba allí, tras el ser, a punto de darle el golpe final.

Pobre criatura, solo quería asustar y matar a sus víctimas.

Nuncá pensó que se convertiría en la víctima de su propio juego...


No hay comentarios:

Publicar un comentario