martes, 21 de octubre de 2014

Sueños IX

Me encontraba corriendo a lo largo de un pasillo. Al final del mismo se encontraba una sala muy grande, donde un semicirculo de acido verde burbujeante rodeaba a unas pequeñas escalinatas que desembocaban en 2 puertas, una grande diseñada para el paso de un hombre y la otra pequeña, como para un animal.

Me encontraba solo y luego de recorrer el lugar (del cual no había mucho para ver) la puerta pequeña se abrió.De ella salió un pequeño perro, de esos que dan mas risa que miedo, con 3 cabezas. Se trataba de Cerbero, el perro guardían de la entrada al infierno.

En ese momento fue cuando comprendí que me encontraba en las puertas del reino de la muerte y ya no había marcha atrás.
Poco duro la batalla contra este ser ya que sin mucho esfuerzo logré empujarlo al acido. Todo lo que quedó de la bestia mitológica fueron sus calaveras flotando en el liquido verde.
Luego de mi victoria, escuché pasos y decidí esconderme en la puerta pequeña que yacía abierta.
Dentro de ella reinaba la oscuridad y gracias a eso logré no ser descubierto por el ser que apareció luego.

Se trataba de un sujeto alto, cubierto por una capa negra y un sombrero negro que no dejaba ver su rostro.
En la mano derecha llevaba una guadaña y en la mano izquierda, un anillo muy llamativo...se trataba de la mismisima Muerte.

Cuando llegó, inmediatamente vió las calaveras de su mascota y se lamentó por la perdida.
"Tonto perro, siempre queriendo jugar cerca del acido". Dijo, con una voz bastante ronca.

 Por suerte, no sospechó de mi y estuve a salvo.

La muerte luego abrió la puerta grande, ¡Que estaba abierta! y se metió por ella.
Minutos después hice lo mismo.
Al atravesar la puerta, me sumergí en un pequeño pasillo oscuro y de ahí en mas, me sentí como en un juego al estilo "survival horror", donde debía tomar objetos para perduar mi subsistencia.

En la mitad del pequeño pasillo oscuro logré visualizar un arma, una pistola y al lado de ella, un cargador con algunas balas. Los tomé y guardé en mi bolsillo.
Luego llegué al final del pasillo, en donde me encontré con un estante con muchas llaves.
Cada llave tenía una inscripción: "2 B", "2 C", "4 E" y así otras mas. ¡Eran llaves de cuartos! Tomé dos llaves cualquiera y proseguí mi camino.

En ese momento me pregunté si me encontraba en un hotel, aunque mi respuesta fue desmentida cuando noté que en realidad me encontraba en un ¡Hospital psiquiatrico!.

Al principio intenté evitar a todo medico y enfermera que estaba caminando, intenté pasar desapercibido y tuve éxito. Logré llegar a la habitación "2 B" y abrir la puerta. Al entrar, la cerré muy suavemente, evitando hacer ruido. En ella encontré comida y otros elementos que consideré importantes para protegerme. Después de recuperar fuerzas salí en busca de la siguiente habitación.

Al seguir avanzando, el camino doblaba en un pasillo que estaba muy concurrido.
No tenía otra opción mas que ir por allí y arriesgarme con los que allí caminaban.
Decidí adentrarme, aunque caminando lo mas normal que pude, intentando no levantar sospechas de mi presencia.
Mi plan funcionó y ningúna de las enfermeras se percató de mí.
Logré entrar en la habitación de la última llave que poseía, la "4 E".
El lugar era pequeño, aunque habían alacenas con mucha comida que guardé en la mochila que ahora llevaba. Luego de llenarla, ví que ya era de noche y decidí acostarme en el suelo para dormir.

Desperté con el brillo del sol en mi cara. Al hacerlo ví que no había pasado solo la noche. Tanto a mi izquiera como a mi derecha se encontraba un personaje de un videojuego de lucha (un heroe dentro de ese juego). Ellos se estaban despertando, al igual que yo. Pero eso no fue todo, el brillo del sol no era el brillo de tal, sinó que era un punto de luz amarilla muy brillante que nos estaba enfocando. Esto lo pude saber debido a que en la habitación ¡había desaparecido una pared!.
Del brillo intenso se emitió una voz que ordenó a los medicos y enfermaras que nos capturasen.
Inmediatamente amos heroes se levantaron y salieron corriendo a una gran velocidad, desapareciendo de la vista de todos en pocos segundos.

Yo por mi parte, eché a correr lo mas rapido que pude mientras que las alarmas resonaban en todo el hospital. Fuí en busca de mas llaves para poder ocultarme.

Al fín logré tomarlas...pero había agarrado al despertador que estaba sonando.

En fín...una nueva semana arranca.

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