viernes, 12 de septiembre de 2014

Sueños VII

Acostado en mi cama, miraba la televisión.
Junto a mi estaba mi novia, también acostada y estaban pasando la introducción a un capítulo de los simpsons (ya saben, el chiste del sofá).

La presentación era realmente extraña, trataba sobre un auto que se convertía en dinosaurio y este a su vez, se convertía en un dragón que le escupía fuego a un guerrero medieval con armadura. Luego la camará se alejó y pudimos ver que en realidad todo pasaba dentro del ojo (dandole su color rojo) de un gigante que caminaba sobre planetas hasta llegar a una especie de arcoirís gigante donde se acostó para luego ser convertido en gruesas laminas de cada uno de los 7 colores. Esas laminas se conviertieron en millones de pedazos que eran atrapados por aves en pleno vuelo. La presentación aún seguía pero apagué la televisión.

"¿Ves?" Le dije a mi novia. "Eso es lo que me pasa a mí cuando sueño. Cosas absurdas y sin sentido".

Ella soltó una carcajada.

Finalmente decidí levantarme de la cama (ahora ya sin compañía) y ponerme unos patines tipo Rollers (esos de 3 ruedas en lugar de 4). Una vez con los patines puestos, salí a la calle, la cual era en realidad ¡la costanera de Miami!.
Aunque nunca había estado allí, me di cuenta que era ese lugar al escuchar a un nene y su madre hablar sobre un compañero mío de la secundaria que los esperaría con el cargamento de drogas en la galería de la costanera de Miami.

Continué mi rumbo en patines hasta llegar a dicha galería cuya entrada consistía en una rampa hacia abajo. Esto ocasionó que mis patines bajaran con mucha velocidad y sin posibilidad de frenar, choqué contra un vendedor de carteras de marcas copias de otras mas famosas.

Luego del incidente, me saqué los patines y decidí recorrer la galería a pie.

La galería era un lugar muy lindo, con muchos negocios y lo mejor era que no tenía techo, por lo que toda la luz era la del día. Continué mi camino hasta llegar al baño. Entré, hice mis necesidades y al querer lavarme las manos, las canillas no funcionaban (en realidad había un cartel que decía "FUERA DE SERVICIO").
Molesto por este tema, antes de salir del baño vi un bebedero, el cual aproveche para satisfacer mi necesidad de limpieza.
Finalmente decidí sentarme en un banco de la galería, cuando apareció mi novia con varias bolsas de marcas de ropa.

Ya a la noche, fuí invitado a realizar la busqueda de la dama, su anillo y su tarjeta de crédito.
Esta se realizaba en una muy espaciosa casa.
La busqueda era similar a una busqueda del tesoro tradicional, salvo que en este caso, varias personas debíamos buscar a una mujer (joven, de 25 años), su anillo de diamantes y su tarjeta de crédito. Aquel que encontraba algúna de las tres cosas, se ganaba el derecho a desposar a la mujer.
Nunca nadie había podido lograr encontrar algúno de los tres tesoros, sin embargo, la concurrencia fue bastante grande. El tiempo limite que se tenía era de una hora.

Al comenzar el tiempo, los otros hombres salieron corriendo a las apruradas, buscando por todos lados a la dama, a su anillo y a su tarjeta.
Yo, por otro lado, me quedé parado, estatíco, en la puerta de entrada. Decidí observar la situación.

El tiempo pasaba y pasaba y casi llegando al final, aún nadie había podido cantar victoria.

Faltando escasos 60 segundos, decidí caminar y subir unas escaleras. Una jovencita me miraba fijamente.
Llegué hasta un pasillo, donde subí a un banquito improvisado para poder alcanzar un hueco en la pared, donde ningúno había buscado. Estaba solo allí, salvo por aquella persona que me miraba.
Miré por el hueco y allí se encontraba la tarjeta de crédito, aunque antes de poder sacarla, la jovencita que me miraba gritó "¡NO!" y me bajó de allí.
Cuando lo hizo, la miré a la cara y quedé completamente impactado por su belleza. No era tan joven, aparentaba mi misma edad. Su piel, rosada con unos hermosos ojos verdes y un pelo lacio de color castaño claro (casi rubio).

De la mano me llevó hasta una habitación.
"Este es mi cuarto" Dijo.
Entré, olvidandome completamente de la busqueda y al hacerlo, pude ver que había un gran balcón.
Entré en el y ella me siguió. Me pidió que no revelase el escondite de la tarjeta y que no se casara con su hermana.

"Acepto a todo lo que me decís, pero a cambio quiero algo. Quiero que me beses, acá, bajo la luz de la luna".
Ella dudó por un momento, pero luego me miró a los ojos y me besó.
Fue un beso muy delicado, muy suave, apenas rozando los labios.

De pronto, de un balcón vecino, apareció un muchacho.
Alto, rubio y de ojos azules, ese muchacho era el sueño de cualquier mujer.
Estaba vestido con una musculosa con rayas rojas y blancas que dejaba notar unos atleticos brazos.

Y el muchacho, al verme besar a su vecina, golpeó la pared con una gran fuerza, provocando un gran ruido...

...Era solamente un trueno, estaba lloviendo mucho. En fin, un nuevo día en la aburrida realidad.


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