jueves, 3 de abril de 2014

Sueños IV

Caminando por un campo, llegué hasta la orilla de un arrollo.
Estaba cansado y sediento, por lo que me dispuse a relajarme y beber un poco de ese agua que se veía limpia y cristalina.

Me incliné para beber un par de sorbos y luego de refrescarme decidí sentarme en acojedor suelo previo de quitarme la mochila de los hombros y arrojarla al suelo al suelo.

En mi descanzo pude cotemplar la tranquilidad y la paz y armonía que aquel lugar brindaba.

Inclindando mi cabeza hacia arriba, apuntando al sol, pude distinguir la sombra de un animal que caminaba lentamente a uno metros de distancia. Un perro, pensé. Seguramente el perro del dueño del campo que viene a remover al intruso, osea a mí.
Pero cuando bajé mi cabeza para ver al jefe de seguridad del campo, mi corazón casi renuncia y sale de mi cuerpo. Aquelo no era un perro...

...era un dinosaurio!
Pero no cualquiler dinosaurio, parecía un Tiranosaurio, ese clasico carnivoro de Jurasic Park.
Aunque tenía una particularidad, era pequeño, muy pequeño.

A pesar de tener su clasico craneo alargado y ancho con una boca cubierta de filosos dientes, su altura no superaría los 80 centimetros.

"Estaba soñando, seguramente estaba soñando" Me pregunté (dentro del sueño) mientras que el Tiranosaurio se acercaba a mí.
Estaba completamente paralizado, mi cuerpo no se podía mover a pesar de que ya podía sentir la respiración del animal en mi rostro.
Yo cerré los ojos con fuerza pensando que era mi final...pero no...el dinosaurio en miniatura se quedó mirandome a los ojos en todo momento, sin moverse. Fue recien cuando abrí los miós y levante la vista que comprendí que el tambien estaba asustado y que no quería lastimarme.

En los siguientes minutos nos hicimos los mejores amigos, corriamos, saltabamos (yo por lo menos) y cada un hablaba a su forma, yo le contaba sobre las historias de mi blog y el grunía.

Fue entonces cuando apareció el dueño del campo, con un fusil en una mano y la correa de su cocodrilo en la otra.

Sin pensarlo dos veces, el granjero mandó a su cocodrilo a que matase a mi amigo. Yo intenté impedirlo pero fui atrapado y reclusado por el hombre de campo. Le rogué y supliqué que no le hiciera nada al dinosaurio, que el era bueno y era mi mejor amigo, pero no obtuve resultados.

Pude ver la corta pelea entre ambos animales. El dinosaurio había decidido defenderse, pero no fue suficiente para salvar su vida.
A pesar de haberle mordido al cocodrilo, este logró levantar una de sus patas y con una de sus uñas cortarle la garganta al pobre dinosaurito.

Lo ultimo que pude ver es como la herida en el cuello de mi amigo se hacía cada vez mas grande hasta que casi se le estaba por desprender la cabeza del cuerpo, aunque sin sangre...No pude soportarlo mas y fue entonces que desperté en este bello y soleado día feriado.

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